Aventureros al tren, digo...      al Concierto

18.12.2023

Os quiero contar unas cuantas historias, o mejor dicho, pesadillas por la que todos los grupos, tarde o temprano, nos ha tocado o nos tocará sufrir en los días en los que salimos a realizar un concierto o un festival. 

Cuando tenemos un concierto, la mayoría esperamos ansiosos a que llegue la hora de ir a la sala, garito, bar o el lugar del festival en el que vayamos a actuar, aunque para ello tengamos que hacer mil kilómetros. En mi caso esta ansiedad llega al límite hasta que ese día no me entre de comer nada ni, aunque sean las 2 de la tarde y no tenga que hacer nada hasta las 2 de la mañana. Imaginaros las pocas energías que me tienen que quedar cuando llega la hora del bolo. Pues todas, porque, aunque no le eche nada al cuerpo, ese duendecillo dentro de mi interior hace que no consiga parar ni desvanecerme.

Es un día, como os digo, de nervios, de estrés desde el momento de recoger las cosas en casa o en el local de ensayo, hasta que llega el momento clave, enfrente del escenario con todo montado, con tu prueba de sonido realizada y esperando que llegue el público para empezar a disfrutar haciendo lo que nos gusta, tocar rodeados de nuestro grupo y viendo como la gente se lo pasa bien escuchando nuestras canciones.

Pero, hasta llegar a ese punto, pueden pasar muchas situaciones que hacen que el día o incluso el concierto se tuerza y no se disfrute de la misma forma. Personas odiosas que no te van a dejar en paz colocar los mil y un trastos que llevamos siempre, estorbando incluso para acceder al bar o la sala, preocupados de estar en la puerta bebiendo sin importarles que llegues tu cargado con un altavoz o un bombo de batería que es la mitad de tu tamaño, tener que hacer una prueba de sonido con público porque los del bar o garito no se hayan responsabilizado de cerrar antes y que encima esas personas se queden sin pagar la entrada de tu concierto, tener que empezar tu concierto más de dos horas tarde de la hora acordada (con lo que implica que tu gente, esas personitas que te acompañan al sitio donde vayas, también se cansen de esperar) y termines llegando a las 6 de la mañana a tu casa porque estás en un pueblo remoto alejado de una ciudad con civilización normal. Esos típicos drogados o borrachos en mitad de tu concierto de los que tienes que estar más pendientes que incluso de tu bolo porque ves que tarde o temprano se van a caer encima del equipo y lo van a romper, o lo que (personalmente más me molesta) esas típicas personas que cuando estás recogiendo todo después de terminar tu setlist se creen con el derecho de acorralarte ofreciéndote "ayuda" en vez de dejarte hueco para poder terminar de cargar los instrumentos en los coches y desaparecer (pero muchachos… no veis que vais de lado a lado… Si os dejo el bombo de la batería ¡a lo mejor me lo lleváis rodando hacía el coche!)

En fin, como leéis, mil historias que se podrían contar que hacen que la actitud que llevamos a un concierto pueda cambiar radicalmente, aunque una vez que comencemos con el bolo nos olvidemos de todo y la unión que tenemos con nuestros compañeros del grupo haga que sean momentos inolvidables. Al fin y al cabo, por muchas putadas que nos puedan hacer, la música lo es todo para nosotros y disfrutamos haciendo lo que nos gusta.

Y, a vosotros, ¿Cuál ha sido la mayor putada que os han hecho en un concierto? Os leo en comentarios abajo ↓↓↓ 

"Artículo de opinión. Comenta y comparte" 


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María Ruiz  (Hulla Management)